miércoles, 9 de septiembre de 2009

IMPLEMENTACIÓN DE CÓDIGO DE VESTIMENTA

“A PARTIR DE MAÑANA TODOS VENDRÁN A TRABAJAR VESTIDOS FORMALMENTE”

En una empresa en la cual tuve contacto, ya se tenía más de cien empleados, y era extraño que fuera visitada en sus instalaciones por clientes o proveedores, pero ciertamente si recibía visitas esporádicamente y para llegar a la oficina de la Dirección se tenía que pasar por el lugar de la mayoría de los empleados. El ambiente en cuanto a vestimenta era relajado, de manera que la mayoría de los empleados tenían un guardarropa casual y/o totalmente informal. De la noche a la mañana algún grupo de jefes de departamento empezaron a comentar que la forma de vestir de la mayoría de los colaboradores estaba demasiado relajada, que daba mala imagen a las visitas y que hacía que no pareciera un lugar de trabajo respetable, y que las visitas que se recibían podían llevarse una mala imagen de la empresa. Tenían razón, pero en lo que si estuvieron errados fue en la manera en como quisieron cambiar las cosas. De inicio querían hacer un código de vestimenta con casi 20 reglas a seguir al vestirse. Entre otras había algunas ideas “maravillosas” en la propuesta de código, tales como “no usar escotes muy pronunciados”, “no usar pantalones a la cadera que muestren la espalda baja”, “no usar ropa con estampados muy llamativos” y “no usar ropa demasiado ajustada u holgada”. Las joyas de la corona eran: “Usar accesorios discretos”, “ropa bien planchada” y “uso de colonias y perfumes con moderación”. También comentaban quienes proponían esto, que podíamos solicitarles a los empleados que empezaran a ir vestidos formales hasta la siguiente quincena para que tuvieran oportunidad de comprar ropa adecuada quien no la tuviera, el día que cobraran. Obviamente habría llamadas de atención a quien no cumpliera y sanciones si reincidía. Ante esta situación, tratando de mantener el buen ambiente laboral, vital para el buen funcionamiento de toda empresa, es necesario vender la idea a quienes promueven esto, que las cosas se logran paso a paso y no de la noche a la mañana. De inicio, las propuestas eran ambiguas, ya me imaginaba a un empleado siendo llamado a la oficina de su jefe o a la oficina de Recursos Humanos porque no está usando su perfume “moderadamente”, o porque su ropa tiene estampados "muy llamativos", o porque su escote está “demasiado” pronunciado, imagínense la escena, que vergüenza, eso sin contar el valioso tiempo usado en discutir con el empleado si es “moderado” o no. Por otro lado, avisarles que les dábamos oportunidad para que los que no tuvieran un guardarropa adecuado tendrían ¡hasta la siguiente quincena para comprárselo!, seguramente algunos nos hubieran respondido: “gracias, no sabíamos que hacer con el dinero que nos van a pagar esta quincena, estábamos esperando que ustedes nos sugirieran algo”. Para mantener el respeto de las personas a nuestro cargo, es necesario hacer cosas sensatas y evitar las ambigüedades. Si solicitamos al personal en una primera etapa solo 4 o 5 reglas básicas de vestimenta en la oficina (no shorts, no chanclas, no camisetas de tirantes, mezclilla solo viernes y sábado, pants solo sábados, etc.) será más fácil de controlar ya que serán pocos los que rompan las reglas y entonces si podremos hablar con ellos para solicitarles que se ajusten a la nueva necesidad de la empresa de que asistan mejor presentados, de otra forma con muchas reglas de un día para otro vamos a tener muchos “infractores” y no va ha haber el suficiente tiempo para hablar con ellos y darles seguimiento, además de que al ser muchos no se sentirán mal o presionados por no seguir el nuevo código, y a final de cuentas no va a pasar nada, va a quedar aquel código de vestimenta como una ocurrencia más de la Administración o Dirección de la empresa, que pasó de moda cuando tuvieron otro problema que los distrajo, y se va perdiendo la credibilidad y respeto de los empleados. En cambio se pueden poner algunas reglas en una primera etapa y ya que se consiga que se respeten, podemos irle agregando otras dos o tres y de esta manera podemos llegar a tener en un mediano plazo un código de vestimenta más completo, cuidando mucho en no caer en ambigüedades como los ejemplos puestos en reglones anteriores. Recuerde que “muy pronunciado” no nos dice nada, ya que lo que para mi lo es para usted tal vez no, igual con algo que se use “moderadamente”, etc. También es importante implementar un código de vestimenta en un momento en el que el personal perciba que es algo planeado y que sigue un objetivo bien planteado, y no que es producto del berrinche de la semana pasada del Director o Administrador, porque vieron que unos empleados vinieron en chanclas el día que un cliente importante los visitó, por poner un ejemplo extremo. Este tipo de errores son comunes en empresas medianas que quieren imponer reglas sin tener mucha idea de cómo se deben implementar, recuerde que las Relaciones Laborales son un arte y usted como especialista de Recursos Humanos es el artista.

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